El Córdoba CF en crecimiento es una realidad. Empatar en Riazor, hace unos meses, habría sido un premio. Ahora, sabe a ambición contenida. Porque este Córdoba ha cambiado. Ya no es ese equipo que se desmoronaba lejos de casa ni el que sufría cuando el rival apretaba. Ahora compite, se planta con autoridad y, lo más importante, sabe que puede ganar.
Lo que vimos ante el Deportivo fue una versión evolucionada del equipo de Iván Ania. Una buena presión en el primer tiempo, una defensa que apenas concedió espacios y una capacidad de respuesta que hace no tanto parecía impensable. El golazo de Álex Sala es la muestra del hambre de este Córdoba, y la forma en la que resistió las embestidas del Dépor es la prueba de su madurez.
Hace tres meses, este partido se habría perdido. Porque la fragilidad defensiva era evidente y la falta de alternativas condenaba al equipo cuando el rival subía el ritmo. Pero los fichajes han cambiado el panorama. Alves ha dado solidez atrás, el centro del campo es más fuerte y la plantilla, en general, tiene más competencia. Y cuando un equipo compite mejor, se vuelve más ambicioso.
Compro el discurso de que el objetivo sigue siendo la permanencia, pero… ¿por qué no aspirar a más? Siete puntos separan al Córdoba del ‘play-off’. Parece mucho, pero si el equipo sigue creciendo así y mantiene este nivel competitivo, esa distancia no es inalcanzable. El próximo partido ante el Sporting es clave. Una victoria nos posicionaría para pelear por algo más grande.
Este Córdoba CF no es aquel equipo frágil de la primera vuelta. Este Córdoba ha crecido y empieza a soñar. Ahora, que no nos despierten.