La risa que duele es aquella que llega cuando menos te lo esperas, cuando la vida se retuerce y te obliga a mirar a la muerte a los ojos. Sí, a todo es una tragicomedia feroz que golpea sin piedad, que convierte el drama en carcajada y el miedo en un espectáculo donde el humor es un salvavidas. En 85 minutos de pura intensidad, Abel Mora y Maka Rey nos sumergen en una historia real que es, al mismo tiempo, confesión, exorcismo y homenaje a la fragilidad humana.
Porque la muerte siempre está ahí, acechando, esperando su turno en la partida. Pero ¿qué pasa cuando, en lugar de temerla, decides reírte en su cara? Sí, a todo nos recuerda lo inevitable de nuestra caída, lo absurdamente frágiles que somos. Y lo hace entre carcajadas, canciones y golpes de realidad que nos enfrentan a lo que nadie quiere mirar de frente: que tarde o temprano, nos tocará a todos.
Esto es lo que sucedió este viernes en el Teatro Góngora de Córdoba.
Un espectáculo que golpea y acaricia
Antonio Álamo no nos deja respirar. Su texto nos lanza de cabeza a un relato que duele, que remueve, pero que no pierde la oportunidad de arrancarnos una risa amarga. Porque si algo caracteriza a esta obra es esa capacidad de convertir lo trágico en una fiesta, de transformar el miedo en copla, de hacer de la desesperación un gag afilado.
El actor Abel Mora se interpreta a sí mismo en una autoficción que es, al mismo tiempo, una confesión y un exorcismo. La historia de un tipo que estuvo en lo alto de la ola, pero que un día se encontró de bruces con la orilla. Y allí, en la arena, entre la vergüenza y la incertidumbre, tuvo que reconstruirse.
Maka Rey, con su espacio sonoro creado a partir de su propia voz, convierte la escena en un latido constante, en una respiración que nos acompaña, que nos envuelve. La música, omnipresente, no es solo un acompañamiento: es el espíritu mismo de la obra, su pulso vital.
Cádiz, el humor y la muerte
En Sí, a todo, Cádiz no es solo un decorado, es una actitud. Es la ciudad que sabe que la vida es una broma macabra y que la única forma de sobrevivir es reírse más fuerte que la muerte. Es la tierra que ha aprendido a transformar el duelo en pasodoble, la tragedia en chirigota, el miedo en poesía.
Porque, como dijo un espectador tras la función: “Yo no me he reído más que el día que se murió mi padre”. Y en esa frase está todo. La risa que duele, el chiste que esconde un grito, la carcajada que tapa el llanto.
Un equipo que lo da todo
Nada en esta obra es casual. Cada pieza encaja con precisión para construir un espectáculo que golpea directo al estómago.
- Texto y dirección: Antonio Álamo
- Interpretación: Abel Mora y Maka Rey
- Espacio sonoro: Maka Rey
- Canciones: Juan Manuel Braza Benítez, Juan Carlos Aragón, Abel Mora y Antonio Álamo
- Producción ejecutiva: Verónica Sosa
Cada función es una invitación a mirar de frente lo que preferimos evitar. A reírnos antes de que la risa se nos atragante.
La crítica lo deja claro
No hay medias tintas con Sí, a todo. Las críticas han sido rotundas:
- «La función es un pequeño milagro de verdad gracias a un actor en estado de gracia capaz de pasar del gag afilado a la emoción desnuda y sin subrayados.»
- «Nada mejor escrito que aquello que pareciera que no lo ha sido.»
- «Para todos aquellos con sentido del humor que disfrutan con historias medulares, necesarias, bien contadas y con mucho arte.»
Si quieres un teatro que no te deje indiferente, que te sacuda, que te haga reír mientras tragas saliva, Sí, a todo es tu obra.