El Córdoba CF sigue de dulce lejos de casa. Quinta victoria consecutiva como visitante, un dato que no es anecdótico, sino histórico. Este equipo ha encontrado fuera de El Arcángel un carácter y una solidez que, hace no tanto, parecían imposibles. Y lo mejor de todo, es que este triunfo ante el Racing de Ferrol, no solo sirve para poner más tierra de por medio con el descenso, sino que nos permite mirar la clasificación con una sonrisa. Que el objetivo sea la permanencia no significa que no podamos soñar.
Pero vayamos al grano. Hay que decirlo sin rodeos: el arbitraje nos favoreció. De la misma manera que levantamos la voz cuando nos perjudican, hoy toca ser justos y reconocer que el Córdoba salió beneficiado. La roja directa a Aitor Buñuel fue, como poco, rigurosa. Una de esas decisiones que, si nos la pitan en contra, nos hacen llevarnos las manos a la cabeza. Y no fue la única acción dudosa.
Ahora bien, no nos confundamos. El partido no se ganó solo por eso. El Córdoba hizo su trabajo y, aunque por momentos le faltó claridad en el último pase, tuvo paciencia y supo madurar el encuentro hasta que encontró su premio en el minuto 91 con el gol de Jacobo González. Un tanto que vale más que tres puntos, porque significa seguir creyendo en una temporada que, en estos momentos, se está mucho más cerca de la ilusión que del sufrimiento.