El Arcángel sigue siendo territorio sagrado para el Córdoba. No fue el partido más vistoso, pero este equipo sabe que a veces hay que rascar puntos en el barro. La primera parte fue un bostezo eterno, con ambos equipos peleando más contra la lluvia que entre ellos. Entonces, en el minuto 45, cuando ya nos resignábamos al 0-0, Casas apareció tras una magnífica asistencia de Carlos Isaac.
La segunda mitad trajo otra energía. El Eldense salió a buscar el empate, y ahí surgió nuestro talismán en la portería, Carlos Marín. Lapeña fue un muro, y Carracedo, aunque en la primera parte estuvo espeso, se sacó en el segundo tiempo las ganas y el talento que le conocemos. Si antes nos preocupaban las bajas, ante los alicantinos vimos lo contrario: Yoldi y Carlos Isaac aportaron frescura y sorpresa.
Al final, un penalti en el último suspiro fue la cereza de un partido con más fondo que forma. Carracedo no falló y selló una victoria que vale más que tres puntos: es la reafirmación de un Córdoba que sabe sufrir y tiene clara su misión en casa. El miércoles, primera ronda de Copa ante UE Olot. Las rotaciones son inevitables, pero la exigencia no baja.