El Córdoba ha conseguido su primer punto fuera de casa, en un partido que, como tantos otros, deja sensaciones encontradas. Un empate a uno en el Carlos Belmonte que puede parecer insuficiente, pero que, bajo la lupa de la realidad, es «el mejor peor resultado» que podríamos haber sacado. Y es que, tras ver a un Albacete que no tuvo apenas problemas para buscar nuestra portería en los primeros 15 minutos, y otro penalti dudoso que nos vuelve a castigar, este empate sabe más a lección que a tropiezo.
Hay que destacar la apuesta por Álex López, un canterano de 19 años, a pesar de su inexperiencia. Pero no todo fueron luces. El rendimiento por las bandas, sobre todo la derecha, sigue siendo irregular: demasiados centros que no encuentran rematador o que simplemente no llegan en buenas condiciones. Carracedo, con todo su talento, tiene que aprender a jugar más sencillo, porque cuando se complica, pierde toda la ventaja que su calidad le da.
Lo que sí fue indiscutible es el golazo de Jacobo. Una vez más, mostró ser diferencial con su disparo desde fuera del área, justo cuando más lo necesitábamos. Ese gol, a falta de diez minutos, nos devolvió el alma y rescató un punto que parece una victoria moral, aunque en lo numérico se quede corto.
Mi reflexión final es esta: qué fácil parece pitar al Córdoba cuando juega fuera de casa. Y lo vimos en el último partido. ¿Fue penalti? Para mi no, pero puede que algunos lo vean claro. El empate no es el resultado que esperábamos, pero en estas circunstancias, y con el paso adelante que dimos en la segunda mitad, nos ofrece una base para seguir corrigiendo errores. Al final, lo importante es que este equipo siga creciendo y no se rinda, juegue donde juegue.